Nazareth Troya es un nombre que resuena con fuerza en los escenarios y pantallas de toda España. Actriz, coreógrafa y bailarina, su versatilidad y maestría en diferentes disciplinas la han consolidado como una artista integral. En el mundo de la danza, domina una amplia gama de estilos, aunque sus principales enfoques son el ballet clásico, la escuela bolera, el folclore, la danza estilizada, el jazz fusión, el flamenco y la danza musical. Esta formación diversa no solo ha enriquecido su carrera como bailarina, sino que también ha dado forma a su identidad como coreógrafa.
Como actriz, Nazareth ha participado en producciones televisivas icónicas como «Arrayán», «Águila Roja» y «Amar es para siempre», y ha dejado su huella en el cine con películas como «Coda 77» y «Las niñas de cristal» de Jota Linares. Pero es en la coreografía donde Nazareth ha brillado aún más si cabe , con trabajos en series como «Con el culo al aire» o en su último trabajo en «Valle Salvaje», y destacándose por la creación del montaje «Troya», una representación de la Guerra de Troya que fusiona la escuela bolera y el flamenco, por la que ganó el primer premio coreográfico. Además, ha sido reconocida en múltiples ocasiones a nivel andaluz con premios por piezas como «Entre el bien y el mal» y «La vida».
El reto de coreografiar las danzas de Palacio en "Valle Salvaje"
El más reciente trabajo de Nazareth Troya ha sido la coreografía de las danzas de palacio en la serie «Valle Salvaje», una producción de Bambú para TVE y Netflix. Según sus propias palabras, trabajar en esta serie ha sido una experiencia «muy emocionante» debido a la oportunidad de abordar una época tan cautivadora como el siglo XVIII.
Pero, ¿cómo llegó Nazareth a especializarse en este tipo de danza histórica? Su pasión por el aprendizaje y la curiosidad por explorar todo el proceso histórico detrás de cada estilo de baile la llevaron a formarse en danzas de la corte durante su carrera en el conservatorio. Durante este tiempo, trabajó con danzas tradicionales como la gallarda, el minué y la pavana, lo que le permitió conectar con las raíces de la danza y llevar ese conocimiento a la actualidad.
Nazareth relata que el proceso de creación del gran baile de palacio para «Valle Salvaje» fue tan natural como mágico. Al colaborar con el director Miguel Conde, ambos lograron rápidamente una visión clara del ambiente que querían recrear. “El ser actriz me facilita mucho a la hora de coreografiar, no solo para el manejo de las cámaras, sino para dar vida y verdad a la coreografía”, comenta Nazareth. En esta producción, su objetivo era que el baile fuese una celebración cargada de belleza y elegancia, donde la naturalidad y espontaneidad se sintieran palpables. Trabajó con figurantes, no bailarines profesionales, con el propósito de dejar a un lado la técnica y enfocarse en un ambiente orgánico y cotidiano, un desafío que logró con éxito.
La danza y la interpretación: dos caminos inseparables
Cuando se le pregunta a Nazareth qué disciplina entró primero en su vida, si la danza o la interpretación, su respuesta es clara: ambas llegaron casi al mismo tiempo. Aunque empezó a bailar desde los tres o cuatro años, siempre acompañaba sus movimientos con historias e interpretaciones que le daban vida a cada paso. Cuando comenzó a recibir clases de interpretación, esa conexión entre ambas disciplinas se hizo aún más fuerte.
«Para mí, la danza se magnificó con la interpretación«, afirma. «No eran solo pasos técnicos, sino movimientos llenos de vida, con un propósito claro detrás.» Este enfoque es el que ha marcado la diferencia en su carrera, combinando la precisión técnica de la danza con la emocionalidad y profundidad de la interpretación.
La importancia de la interpretación en la danza
En cuanto a si un bailarín debería formarse también en interpretación, Nazareth no tiene dudas. Cree que ambas disciplinas se nutren mutuamente. Un actor que conoce y domina su cuerpo y danza tiene más herramientas para controlar tensiones, trabajar a nivel corporal sus personajes y estar más presente corporalmente en sus interpretaciones, logrará una presencia escénica mucho más completa. Si lo miramos a la inversa, un bailarín que sabe interpretar es capaz de transmitir emociones más allá de la técnica y va a traspasar el corazón del espectador con su cuerpo. «Puedes tener una técnica muy pulida y no transmitir nada, o tener una técnica menos perfeccionada pero llenar de vida tus movimientos y dejar al público con la baba caída«, comenta entre risas.
La danza en España y el futuro de las nuevas generaciones
Sobre el panorama de la danza en España, Nazareth expresa una opinión positiva pero crítica. Destaca el enorme talento que hay en el país, aunque lamenta que muchos bailarines se vean obligados a desarrollar sus carreras en el extranjero. A pesar de ello, reconoce el valor del Ballet Nacional y las compañías de danza que siguen luchando por mantener viva la cultura en España. «La cultura es un motor que mueve el mundo«, afirma. «Si se potenciara más, seríamos una sociedad mucho más rica y feliz.»
Para concluir, Nazareth Troya deja un mensaje lleno de inspiración para las nuevas generaciones de bailarines: “Les animo a que se formen y no se conformen. Que busquen, curioseen y exploren todo lo relacionado con la danza y la interpretación. En el arte, hay muchas cosas escritas, pero también muchas por escribir y descubrir.”
Nazareth Troya es, sin duda, una artista que ha sabido equilibrar la técnica con la pasión, la historia con la modernidad, y la danza con la interpretación. Un ejemplo de cómo el arte puede ser un camino lleno de exploración, evolución y descubrimiento.
Puedes seguir su trabajo en su perfil de instagram @nazarethtroya
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