EDICIÓN ES]

Un día en la vida de...
Antonio Najarro

¿Cómo transcurre un día en la vida de alguien que respira danza desde que amanece hasta que anochece?
Este artículo nos acerca a una jornada de Antonio Najarro, exdirector del Ballet Nacional de España y uno de los grandes referentes internacionales de la danza española.
A través de sus propias palabras, descubrimos una rutina que combina energía, disciplina y creatividad: desde su ritual matinal que lo llena de vitalidad, hasta los ensayos meticulosamente planificados y los momentos de inspiración que surgen en su propia casa. Una vida que se mueve al compás de la pasión, la curiosidad y el amor por la danza.

Empieza el día...

Son las siete de la mañana y en casa de Antonio Najarro ya suena el motor de una licuadora. No es una escena improvisada: cada día comienza igual, con el mismo ritual verde que le da energía para afrontar la jornada. “Es lo primero que hago al levantarme”, cuenta. “Me preparo un zumo compuesto por frutas y por algunas legumbres y hierbas: piña, manzana, mango, fresas, frambuesas, apio, rúcula, perejil, cilantro, espinacas, cúrcuma y jengibre. Lo bato muy bien y me lo tomo todos los días, incluso cuando estoy de gira. A veces me llevo una licuadora pequeña de viaje porque es lo que más me revitaliza, lo noto mucho en la piel y en la energía”.

Antonio Najarro
Antonio Najarro (Fotografía de Javier Naval)

Su día empieza temprano —entre las siete o siete y media— y suele acostarse “como muy tarde a las once”. El cuerpo, herramienta esencial para un bailarín, requiere constancia y cuidado. “Cuando estoy ensayando con la compañía hago un pequeño entrenamiento antes de empezar: estiramientos y algo de musculación. Y una vez a la semana hago electroestimulación con un entrenador personal que viene a casa. Es muy eficaz, fortalece la musculatura interna, la que está más pegada al hueso, que es la que más me conviene como bailarín y por la edad que tengo”.
La vida de Najarro, sin embargo, no tiene dos días iguales. “Cada día y cada semana son diferentes”, confiesa. “Depende de si estoy en periodo de ensayos, de creación o de viaje”.

Orden, precisión y compromiso

La puntualidad es uno de sus sellos. “Soy súper puntual. No me gusta que me hagan esperar, así que nunca hago esperar a nadie. Siempre llego cinco o diez minutos antes”. Esa filosofía se refleja también en el trabajo con su compañía.
“Con África Paniagua, mi maestra de ballet y repetidora, optimizamos al máximo los tiempos. Si tenemos dos aulas, mientras en una ensayamos solos o pasos a dos, el cuerpo de baile trabaja en otra. Intentamos no perder ni un minuto”.
Esa eficiencia se combina con una estructura clara. “En mi compañía llevamos horarios muy estrictos. Los comienzos de clase, de ensayos, cada número está programado. Soy muy fan de tener los tiempos de ensayo lo más reducidos posible, pero que sean muy eficaces. Nunca me gusta hacer perder tiempo a ningún bailarín, músico o artista que trabaje conmigo”.

En medio de esa organización precisa, hay un detalle que le acompaña siempre, algo que nunca falta en su mochila: las castañuelas. “Siempre las llevo conmigo si voy a ensayar o si viajo. Me da miedo que se pierda una maleta, así que las castañuelas siempre van conmigo”.
La tecnología también tiene su papel. “Llevo toda mi agenda en el móvil. Anoto todo y pongo alarmas una hora antes porque tengo muchísimas actividades muy diferentes. Si no lo hiciera así, sería imposible organizarme”.

 

Pero más allá de los horarios y los objetos imprescindibles, hay un equilibrio que Antonio sigue buscando cada día: el de su vida personal con la profesional. “Es lo que más me ha costado y me sigue costando. Cuando te dedicas a algo que es tu pasión, es difícil separarlo. Para mí, muchas cosas que tienen que ver con mi trabajo son casi un hobby: diseñar vestuario, imaginar coreografías, elegir tejidos, ir a museos, ver desfiles o competiciones deportivas… todo eso me nutre. Pero sí intento tener momentos en los que la danza no esté presente, aunque me cueste, y buscar otras cosas que también me llenen.”

La inspiración también tiene lugar y hora

Aunque su compañía es residente en el Mira Teatro de Pozuelo de Alarcón, donde dispone de aulas y escenario para ensayos, Antonio confiesa que su mayor fuente de inspiración está en su casa.
“Está diseñada por el arquitecto Raúl Almenara, que se inspiró en dibujos de mis coreografías. Es una casa con una construcción en espiral y muchos espejos. Allí me siento muy inspirado. De hecho, la mayoría de pasos y evoluciones que hago en mis coreografías los creo en mi casa antes de llevarlos al aula”.
Su momento más creativo del día llega temprano. “Después de levantarme y tomarme mi desayuno es cuando me siento más creativo y más activo”.
Cuando aparece un bloqueo, tiene su método. “Intento cambiar algo: salir a la calle, respirar, hacer ejercicio físico… A veces eso me ayuda a desconectar la parte más intelectual y volver con más claridad”.


Su trabajo como coreógrafo va mucho más allá de los escenarios. “El patinaje artístico, la natación sincronizada o la moda me han aportado muchísimo. Me obligan a salir de mi zona de confort y a pensar de otra forma”.
Cada disciplina le exige adaptar su lenguaje.


“En el patinaje artístico tengo que conocer muy bien las reglas de cada programa: cuánto tiempo dura una diagonal, cuántas piruetas deben hacer, cuánto se pueden separar los patinadores, cuánto tiempo pueden estar parados. Y además, debo pensar en una coreografía para un público que los ve en 360 grados. Eso es un reto increíble”.
En la natación sincronizada, explica, el planteamiento es distinto. “No se coreografía para un cuerpo completo, sino para las partes que están fuera del agua. A veces para las piernas, otras para el torso y los brazos. Es un reto enorme”.
Y en la moda, el enfoque cambia de nuevo: “Coreografío en función de las prendas que van a lucir los bailarines o bailarinas. No solo pienso en el baile, sino en cómo mostrar la prenda. Es otro tipo de pensamiento coreográfico”.
También trabaja en ópera: “He estado en el Metropolitan de Nueva York y el año que viene coreografiaré Carmen en la Ópera de Los Ángeles. Coreografiar para una ópera implica pensar en la dramaturgia, en que los momentos dancísticos sirvan al desarrollo de la historia. Eso también me ha hecho crecer mucho como artista”.

Antonio Najarro
Antonio Najarro. (Fotografía de Javier Naval)

Y al final del día...

El descanso no siempre llega con facilidad. “Depende de la temporada. Cuando estoy coreografiando un espectáculo nuevo, me cuesta mucho desconectar. Lo intento, poco a poco”.
Su manera de cerrar el día es sencilla. “Intento ver una serie, hablar con mi pareja, descansar en el sofá y desconectar un poco. Me cuesta, pero lo intento”.
Hay algo que le funciona especialmente bien: “El cine. Me encanta ir al cine. Es lo que más me ayuda a desconectar y además me enriquece mucho: el vestuario, la fotografía, la música… todo me inspira”.
Para él, un día bueno es un día aprovechado. “Soy una persona muy activa, muy intensa. Odio mirar atrás y pensar que he perdido el tiempo. Me gusta sentirme lleno con lo que hago. Si el día ha sido productivo, me siento satisfecho”.

Y  cuando piensa en los que empiezan, su mensaje es claro:
“Le diría a un bailarín joven que solo se dedique a la danza profesionalmente si es su pasión, si es una prioridad en su vida. Si no, que la viva como hobby. La danza es maravillosa, pero es una carrera muy exigente, que requiere decisiones tempranas y mucha fortaleza. Hay que amarla de verdad para dedicarse a ella”.

Sus proyectos.

Los próximos meses traen una agenda intensa. “Vamos a estar en diferentes ciudades de España: en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia, en el Teatro de la Zarzuela con La Argentina en París, en el Rioja Fórum de Logroño con Romance Sonámbulo, en Cuenca y en el Palau de les Arts de Valencia con Querencia.

Además, prepara un nuevo proyecto muy especial: la recuperación de dos ballets históricos de Antonia Mercé “La Argentina”: Juerga y Triana, junto a una suite de danzas.
“Se estrenará en la Fundación Juan March en enero de 2026. Es una coproducción con el Teatro de la Maestranza de Sevilla, el Teatro de la Zarzuela, el Auditorio de Tenerife, el Festival de Granada y la Fundación Juan March. Será una gran producción de danza española: escuela bolera, danza estilizada, danza folclórica, danza tradicional y flamenco, con orquesta sinfónica”.

Su trabajo también cruza fronteras. “He creado el programa de la pareja americana Madison Chock y Evan Bates, tricampeones del mundo de danza sobre hielo, que representarán a Estados Unidos en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno en Milán 2026. Les he hecho una coreografía sobre el tema Paint It Black, versionado al flamenco y la danza española. Espero que se lleven el oro olímpico”.

Y, por si fuera poco, prepara una nueva Carmen para la Ópera de Los Ángeles. “Se llevará también a Illinois y Chicago, con diez bailarines de danza española en escena. Es un proyecto muy grande, y estoy muy ilusionado”.

Además, Antonio Najarro continuará brillando con su compañía a lo largo de 2026. “Por supuesto, además de este ambicioso proyecto, tenemos una gira nacional e internacional que nos llevará a China, Japón, Francia y España.» 

«Mucho trabajo, sí, pero también mucha felicidad. Sigo viviendo por y para la danza» concluye Najarro, dejando patente porqué es uno de los grandes referentes de su arte.

Es impresionante la cantidad de trabajo que afronta con tanta energía y pasión. Ver cómo sigue viviendo por la danza y llevando la danza española a escenarios de todo el mundo es simplemente admirable.

Gracias, Antonio.

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